Paz en Oriente Próximo:
Carta Abierta de Judíos Norteamericanos a Nuestro Gobierno
A raíz del reciente derramamiento de sangre en Oriente Próximo,
muchos israelíes y palestinos -- y sus respectivos partidarios
en los Estados Unidos -- han caído en un planteamiento de
"o ellos o nosotros" en el que unos y otros se ven a sí mismos
como víctimas inocentes e ignoran o minimizan las injusticias
que han cometido, y siguen cometiendo, contra el otro pueblo.
Lo cierto es que tanto la población israelí como la palestina
han sufrido graves injusticias a manos de la otra, aunque de maneras
diferentes y en medida desigual; ambas tienen legítimos motivos de
queja, temor y desconfianza respecto de la voluntad de la otra parte
de llegar a un compromiso en favor de la paz.
Aunque los firmantes de esta carta tenemos diferentes opiniones
acerca de las responsabilidades por la situación actual,
compartimos una misma visión acerca de cuál debería ser la solución.
Los intentos parciales y graduales de crear un clima de confianza
han llegado a un callejón sin salida. La única alternativa
a la guerra sin fin es un arreglo global basado en principios
sencillos pero radicales:
- Las vidas israelíes y palestinas son igualmente preciosas.
- Los pueblos israelí y palestino tienen igual derecho a la libre
determinación nacional y a vivir en paz y seguridad.
- Los pueblos israelí y palestino tienen igual derecho a disfrutar
de una parte justa de la tierra y los recursos de la Palestina
histórica.
Personas ecuánimes de todo el mundo han entendido desde hace tiempo
con bastante exactitud cuáles habrían de ser los parámetros de
una solución viable basada en esos principios:
- Dos Estados nacionales, Israel y Palestina, con igual grado de
soberanía, iguales derechos e iguales responsabilidades.
- Una demarcación territorial con arreglo a la frontera anterior a 1967,
modificada únicamente mediante pequeños canjes de territorio
establecidos por mutuo acuerdo.
- Evacuación israelí de todos los asentamientos construidos en los
territorios ocupados, excepto los que se hallen en las zonas
canjeadas por mutuo acuerdo.
- Reconocimiento árabe y palestino de Israel y renuncia a cualquier
reclamación territorial ulterior.
- Aceptación palestina de limitaciones negociadas al "derecho de retorno"
a cambio de una compensación económica a los refugiados.
Hace algunos años, las encuestas mostraban que una mayoría, tanto de
israelíes como de palestinos, estaba dispuesta a aceptar un compromiso
de esta naturaleza. A pesar de la actual carnicería, ése puede ser
todavía el caso; pero el compromiso es difícil cuando una mayoría,
tanto en uno como en otro bando, apoya acciones militares provocativas
considerándolas puramente defensivas, mientras minorías poderosas
persiguen objetivos territoriales maximalistas.
Si israelíes y palestinos no están dispuestos o son incapaces
de negociar una paz efectiva, la comunidad internacional debe tomar
la iniciativa para impulsarla. Ello redundará en el interés
a largo plazo, no sólo de los israelíes y los palestinos,
sino también de los norteamericanos: los recientes acontecimientos
han dejado dolorosamente claro que nuestra seguridad nacional
se ve profundamente socavada por la inestabilidad y la injusticia
en Oriente Próximo.
Los Estados Unidos tienen una responsabilidad particular por
la trágica situación actual, debido a nuestro masivo apoyo
económico y militar al gobierno israelí: 500 dólares por
ciudadano israelí por año. Nuestro país posee un extraordinario
medio de presión sobre las decisiones del gobierno israelí,
con sólo que nuestro gobierno se atreva a usarlo.
Como judíos norteamericanos profundamente preocupados por
la seguridad a largo plazo de Israel, hacemos un llamamiento
a nuestro gobierno para que condicione la continuidad de
esta ayuda a la aceptación israelí de un arreglo respaldado
internacionalmente sobre la base de dos Estados.
Los intransigentes de ambos bandos atacarán, por supuesto,
un arreglo así. Para garantizar su cumplimiento podrían ser
necesarias tropas internacionales, y éstas deberán estar
dispuestas a sufrir bajas. Uno puede esperar, sin embargo,
que la mayoría, tanto israelí como palestina, se dé cuenta de que
una paz imperfecta es preferible a una guerra interminable.
No hay garantía alguna de que este planteamiento funcione,
pero está prácticamente garantizado que todas las demás alternativas
fracasarán.
-- Traducción de Miguel Candel.
-- last modified 29 August 2002